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Writer's pictureLeonardo Manzano Alvarez

Birds of a feather go skydiving together / Dime con quien andas y te diré quien eres

Updated: Dec 13, 2021

A friend, some mates (Argentinian tea) and an indecent proposal: Should we go skydiving? Even if I couldn’t believe my own words, my only answer was: Let’s go for it.

To put it in context, my friend is an experienced certified skydiver and I, a person who at the age of 11 could not climb a rooftop without getting dizzy. All my life, I've been a little scared of heights, but I'd be lying if I said I'd never considered doing something like that, even if it was only once in my life.

It was enough to see the confidence in my friend's eyes to fill me with courage, and thus, I decided to do something that had always haunted me, but that I never thought would really happen. However, sometimes, not everything is as simple as a couple of conciliatory words, which someone more experienced than you, throws at you with the clear objective of convincing you. Later, the loneliness of my thoughts came, and with them all my doubts and fears:

- But Leo, what are you doing?

- It is better to stay at home watching a movie. Besides, I am sure that when the day arrives it will rain.

- What do I really gain from this?

I wrote a message on my phone exposing a million reasons why I wasn’t going to do it and explaining how I didn’t feel convinced. However, the more arguments I wrote the less I believed in what I was typing. I was not buying my own excuses.

As can be deduced, that message, fortunately, I didn't send it. I turned off the phone and started to hold onto the whole set of reasons why I was going to jump. I understood that, all my doubts and all my insecurities, were only in my head and it was my responsibility to deal with them.

It was obviously a difficult process, very difficult. Whenever I thought I could NOT do it I would hold onto that negative and turn it around, that way I’d create something positive that proved the fears I had were unworthy of my attention, and it really worked. Always remembering the motto that I had been taught since I was a child: I WANT IT, I CAN DO IT AND I WILL ACHIEVE IT.

Little by little, that positive mentality continued gaining strength, so much so, that in certain moments the illusion took over me causing me to fantasize about the jump and the discharge of adrenaline that Lucas had told me about so many times. I remember him speaking about it with so much passion and emotion.

As always, time ran fast and, without even noticing it, I was on a plane with a stranger strapped to me to whom I was entrusting my life. With him, I jumped off to live one of the most incredible experiences of my life.



It is difficult to express in words everything that happened during those 45 seconds of free falling but, what I can say for sure, is that I did not regret taking that decision not even for a moment. In fact, I could not be more grateful for it, especially to Lucas, who pushed me to do when I only mentioned it to him, as a joke, one day.

When we were finally on the ground together again, I couldn't do more than give him a big hug, a hug with my deepest gratitude for having pushed me to take a step that I had always hoped for but, without him, I would have never dared to take.

This made me realize how lucky I am to have had someone like Lucas to motivate me when I was unable to take the step on my own. Even though each of us live our own lives and are solely responsible for them, sometimes it is very important to remember that we are not alone and that there will surely always be that someone, ready to lend us a hand when we need it most.

Obviously, this is a simple case, but... it made me reflect on all those times that friends and family pushed me to become a better person, on all those moments that they were there, to remind me that I can become stronger than I think I am and that the impossible is only in my head.

Don't forget to take care of people you have next to you and surround yourself with those who make you become the person you want to be. You never know when a hug, a gaze or a word from the outside can change your life.


Your dear friend, Leo.




Dime con quién andas, y te diré quién eres.


Un amigo, unos mates y una proposición indecente: ¿Che, nos tiramos en paracaídas? Aunque yo no diera crédito a mi respuesta, solo pude decir: de una.

Para ponernos en contexto, mi amigo es un paracaidista experimentado y yo, una persona que a los 11 años no podía subir a una azotea sin marearse. De toda la vida, me han asustado un poco las alturas, pero mentiría si dijera que nunca me había planteado hacer algo así, aunque sea una sola vez en la vida.

Bastó a ver la confianza que desprendía la mirada de mi amigo, para que me llenara de valor, y así, decidiera hacer algo que siempre me había rondado la cabeza, pero, que jamás pensé que realmente llegaría a suceder. Sin embargo, en ocasiones, no todo es tan sencillo como un par de palabras conciliadoras, que alguien más experimentado que vos, te lanza con el claro objetivo de convencerte. Más tarde, llegó la soledad de mis pensamientos, y con ellas todas mis dudas y miedos:

  • Pero Leo, ¿Qué estás haciendo?

  • Mejor quédate en casa viendo una película, además, seguro que para cuando llegue el día, va a llover.

  • ¿Realmente que gano con esto?

Les contaré algo, tuve el mensaje escrito en el teléfono que no lo iba a hacer, y exponiendo un millón de razones por las que no estaba convencido, pero, cuantos más argumentos escribía, más me daba cuenta de que no convencían a nadie, ni tan siquiera a mí mismo.

Como se puede deducir, ese mensaje, por suerte, no lo envié. Apagué el teléfono y empecé a aferrarme a todo el conjunto de razones por las que sí iba a saltar. Entendí que, todas mis dudas y todas mis inseguridades, solamente estaban en mi cabeza y, en consecuencia, era responsabilidad lidiar con ellas.

Evidentemente fue un proceso difícil, muy difícil, si al principio creí que NO podía hacerlo, luego me agarré a ese pensamiento negativo y le di vuelta, usándolo para demostrarme a mí mismo que estaba equivocado y vaya si lo hice. Recordando siempre el lema que desde chico me habían enseñado: YO QUIERO, YO PUEDO, VOY A LOGRARLO.

Poco a poco, aquella mentalidad positiva fue ganando fuerza, tanta, que en ciertos momentos la ilusión tomara todo el peso provocando que ya me viera saltando y experimentando aquella descarga de adrenalina de la que Lucas siempre me hablaba con tanta pasión y emoción.

Como siempre, el tiempo corrió de prisa y, sin apenas darme cuenta, estaba subido en un avión con un desconocido pega a mi espalda al que le estaba confiando mi vida. Con él, salté para vivir una de las experiencias más increíbles de mi vida.

Es difícil expresar en palabras todo lo que pasó durante esos 45 segundos que duró la caída libre pero, lo que sí puedo decir con seguridad, es que no me arrepentí en ningún momento de haber tomado esa decisión, de hecho, no podría estar más agradecido por ello, sobre todo a Lucas, que me empujó a hacer cuando solamente se lo mencioné, a modo de broma, un día cualquiera.

Cuando finalmente estuvimos en tierra juntos otra vez, no pude hacer más que darle un fuerte abrazo, un abrazo con mi más profunda gratitud por haberme empujado a dar un paso que siempre me había hecho ilusión tomar pero que, sin él, jamás me habría atrevido a hacerlo.

Eso hizo que me diera cuenta de lo afortunado que soy por haber tenido a alguien como Lucas, que me motivara cuando por mí mismo, no me veía capaz de dar el paso y es que, aunque cada uno vivamos nuestra vida y seamos únicos responsables de ella, en ocasiones, es muy importante recordar que no estamos solos y que, seguramente, siempre habrá ese alguien, dispuestos a tendernos una mano cuando más la necesitamos.

Evidentemente, éste es un caso sencillo, pero… me hizo reflexionar en todas aquellas veces que, amigos y familiares, me empujaron para convertirme en una persona mejor, en todos aquellos momentos que estuvieron ahí, para recordarme, que puedo llegar a ser más valiente de lo que yo mismo me creo y de que, lo imposible, sólo está en mi cabeza.

No olvides cuidar de quien tienes al lado y rodéate de aquellos que te hagan convertir en realidad esa persona que quieres ser. Nunca sabes cuándo un abrazo, una mirada o unas palabras desde el exterior, pueden cambiar tu vida.


Se despide tu amigo Leo.


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